Dirección: Juan García Atienza.
Guión: Luis Ligero, Juan García Atienza.
Música: Piero Umiliani.
Fotografía: Juan Mariné.
Reparto: José Isbert, Sara García, Carlo Pisacane, Lola Gaos, Paolo Ferrara, María José Alfonso, Vicky Ludovici, Eugenio Galadini.
Cansados de pasar penurias con unas pensiones muy pequeñas, tres jubilados deciden robar en la Mutua donde cobran la pensión.
Comedia típica de una corriente muy en boga en el cine español de la época en la que, en clave de humor, se introducían toques dramáticos sobre la situación de las clases más humildes, lo que le otorgaba a esas historias un toque neorrealista y cierta crítica social, si bien nunca de una manera demasiado cruel, centrada en las desigualdades económicas de un país que comenzaba a despegar pero con una importante brecha social. Tampoco se libra de la crítica el sistema burocrático que exigía un sinfín de requisitos que convertía cualquier trámite en una odisea.
Pero sobre todo Los dinamiteros (1964) pone el énfasis en la precaria situación de muchos jubilados que, tras años de trabajar y cotizar, se veían abocados a una vida de mera subsistencia, viviendo con los hijos y nietos, y sin poder darse ni un pequeño capricho.
Lógicamente, la idea de que los tres protagonistas, que rondarían los ochenta años, cometan un atraco es descabellada, pero tal y como se presenta en la película no deja de tener cierto sentido. Lo mejor es que, al ser tres respetables ancianos, una vez cometido el robo nadie sospecha de ellos y pueden abandonar el inmueble de la Mutua sin ninguna dificultad.
Sin embargo, tampoco podemos engañarnos y hay que reconocer que Los dinamiteros es muy poca cosa. El argumento se resume en dos líneas y su puesta en escena es muy básica, dando la imagen de un film bastante humilde. Además, García Atienza no logra darle al relato un ritmo ágil y las escenas se encallan por la lentitud como están filmadas y la poca chispa de los diálogos que, salvo algún momento muy puntual, no consiguen despertarnos ni una sonrisa.
Al lado de películas en cuya estela se inscribe ésta, como Atraco a las tres (José María Forqué, 1962), por ejemplo, se hacen más evidentes las carencias argumentales y la excesiva simplicidad de Los dinamiteros.
Lástima de que la moral imperante en la época impidiera un final feliz para los tres atracadores, dejando solamente una puerta abierta a la esperanza con la planificación de un nuevo "trabajito".
Buenas interpretaciones de los tres protagonistas que imprimen verosimilitud a sus personajes, que provocan simpatía sin llevarnos nunca a la compasión.
La mala acogida por parte del público de Los dinamiteros provocó que García Atienza no volviera a dirigir, quedando esta comedia como su único trabajo como director en el ámbito de la ficción.
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