El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 18 de abril de 2023

Los dinamiteros



Dirección: Juan García Atienza.

Guión: Luis Ligero, Juan García Atienza. 

Música: Piero Umiliani.

Fotografía: Juan Mariné.

Reparto: José Isbert, Sara García, Carlo Pisacane, Lola Gaos, Paolo Ferrara, María José Alfonso, Vicky Ludovici, Eugenio Galadini. 

Cansados de pasar penurias con unas pensiones muy pequeñas, tres jubilados deciden robar en la Mutua donde cobran la pensión.

Comedia típica de una corriente muy en boga en el cine español de la época en la que, en clave de humor, se introducían toques dramáticos sobre la situación de las clases más humildes, lo que le otorgaba a esas historias un toque neorrealista y cierta crítica social, si bien nunca de una manera demasiado cruel, centrada en las desigualdades económicas de un país que comenzaba a despegar pero con una importante brecha social. Tampoco se libra de la crítica el sistema burocrático que exigía un sinfín de requisitos que convertía cualquier trámite en una odisea.

Pero sobre todo Los dinamiteros (1964) pone el énfasis en la precaria situación de muchos jubilados que, tras años de trabajar y cotizar, se veían abocados a una vida de mera subsistencia, viviendo con los hijos y nietos, y sin poder darse ni un pequeño capricho.

Lógicamente, la idea de que los tres protagonistas, que rondarían los ochenta años, cometan un atraco es descabellada, pero tal y como se presenta en la película no deja de tener cierto sentido. Lo mejor es que, al ser tres respetables ancianos, una vez cometido el robo nadie sospecha de ellos y pueden abandonar el inmueble de la Mutua sin ninguna dificultad.

Sin embargo, tampoco podemos engañarnos y hay que reconocer que Los dinamiteros es muy poca cosa. El argumento se resume en dos líneas y su puesta en escena es muy básica, dando la imagen de un film bastante humilde. Además, García Atienza no logra darle al relato un ritmo ágil y las escenas se encallan por la lentitud como están filmadas y la poca chispa de los diálogos que, salvo algún momento muy puntual, no consiguen despertarnos ni una sonrisa.

Al lado de películas en cuya estela se inscribe ésta, como Atraco a las tres (José María Forqué, 1962), por ejemplo, se hacen más evidentes las carencias argumentales y la excesiva simplicidad de Los dinamiteros.

Lástima de que la moral imperante en la época impidiera un final feliz para los tres atracadores, dejando solamente una puerta abierta a la esperanza con la planificación de un nuevo "trabajito".

Buenas interpretaciones de los tres protagonistas que imprimen verosimilitud a sus personajes, que provocan simpatía sin llevarnos nunca a la compasión.

La mala acogida por parte del público de Los dinamiteros provocó que García Atienza no volviera a dirigir, quedando esta comedia como su único trabajo como director en el ámbito de la ficción.

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