El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 16 de abril de 2023

El pico de las viudas

 



Dirección: John Irvin.

Guión: Hugh Leonard.

Música: Carl Davis.

Fotografía: Ashley Rowe. 

Reparto: Mia Farrow, Joan Plowright, Natasha Richardson, Adrian Dunbar, Jim Broadbent, Anne Kent, John Kavanagh, Rynagh O'Grady, Gerard McSorley, Michael James Ford. 

El pico de las viudas es un lugar de Kilshannon, pequeño pueblo irlandés, habitado en su mayor parte por mujeres que han perdido a sus esposos. La vida transcurre ahí de manera rutinaria hasta la llegada de Edwina Brooke (Natasha Richardson), una joven viuda extranjera.

El pico de las viudas (1994) es una sorprendente comedia cuya principal virtud es que mantiene hábilmente un misterio sobre los personajes gracias a su ingenioso guión que oculta todo el tiempo su verdadera esencia, de manera que tiene al espectador completamente descolocado ante los extraños acontecimientos que tienen lugar. Es imposible determinar a qué juegan las protagonistas y ello, que podría ser realmente perjudicial, en esta comedia resulta un aliciente más para dejarnos atrapar por las locuras de unas "inocentes" damas irlandesas.

La rutinaria vida de Kilshannon parece inmutable: la señora Doyle Counihan (Joan Plowright) ejerce su poder e influencia sobre la comunidad de viudas, que se mantienen convenientemente alejadas de la plebe, y se aferran a sus costumbres y buenos modales sin perder su afición al chismorreo. La única persona que sin ser viuda es aceptada en su pequeña comunidad es la señorita O'Hare (Mia Farrow), sobre la que se cierne un pequeño misterio, algo de su pasado que se ha enterrado en un pacto de silencio. Y será precisamente la señorita O'Hare la que se muestre abiertamente hostil con la recién llegada, Edwina Brooke sin motivos aparentes.

Se entabla entonces una sórdida lucha entre ambas mujeres ante la sorpresa de los habitantes de Kilshannon y de los espectadores, incapaces además de predecir el siguiente movimiento y mucho menos el desenlace que, sin ser realmente brillante, sí que es toda una sorpresa y la explicación razonable a todo lo vivido anteriormente.

El pico de las viudas es una comedia sin grandes estridencias, con un tono tranquilo y que centra su eficacia en el retrato de los protagonistas, sus interacciones y ese clima habitual de pequeñas comunidades en que todo el mundo está pendiente de los demás mientras se guardan las formas bajo una capa de hipócrita buena educación. Se critica de esta manera cierta clase de comportamientos sociales así como los vicios de las clases acomodadas, cuya ociosidad engendra no pocos problemas. Nada realmente trascendente, pues domina el enfoque distendido y cierta indulgencia hacia las debilidades humanas.

Con un reparto muy atractivo, El pico de las viudas resulta un pequeño pasatiempo sin más interés que hacernos pasar un buen rato con esa buena mezcla de humor costumbrista con un toque de misterio.

Por cierto, el origen de la historia está en un comentario de Maureen O'Sullivan, la madre de Mia Farrow, que lamentaba que nunca había trabajado con su hija en una película.

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