El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 19 de abril de 2023

1917



Dirección: Sam Mendes.

Guión: Sam Mendes y Krysty Wilson-Cairns.

Música: Thomas Newman.

Fotografía: Roger Deakins.

Reparto: George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Andrew Scott, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Colin Firth.

Primera Guerra Mundial. En vísperas de un importante ataque contra las posiciones alemanas, a los cabos Tom Blake (Dean-Charles Chapman) y William Schofield (George MacKay) se le encomienda la misión de transmitir la orden de detener el ataque, que de llevarse a cabo sería desastroso para los aliados.

El cine bélico parece querer renacer con fuerza últimamente y no faltan título ambiciosos que procuran devolverle glorias pasadas. Sin embargo, 1917 (2019) resulta una propuesta realmente arriesgada pues el argumento nos recuerda irremediablemente a Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998) al implicar a un soldado que ha de detener un ataque en el que participa su hermano mayor, debiendo desplazarse por un terreno donde es posible que aún esté el enemigo.

Sam Mendes parece optar por un enfoque decididamente técnico, donde poder demostrar sus habilidades con la cámara. Así, hay que destacar indudablemente la puesta en escena mediante un solo plano secuencia, si bien ello no es cierto del todo, pero el director sabe disimular los cortes imprescindibles de manera que no son percibidos por el público. Se trata pues de un ejercicio sin duda complicado y que Mendes resuelve con acierto, aunque también es verdad que algunos momentos parecen algo forzados y el protagonismo de la cámara, que a mi entender debería pasar desapercibida, resulta un tanto molesto.

Pero el principal problema de 1917 no es ese protagonismo, sino que el impecable diseño de producción no tenga una réplica equivalente en cuanto a la densidad de lo que se nos cuenta. La dificultad de la misión encomendada a los protagonistas debería reflejarse en la intensidad del relato, pero lamentablemente no es así. Salvo en la escena con el bebé, realmente conmovedora, el resto de la película me pareció muy fría, incluso en los dos momentos capitales en los que desgraciadamente no sentí ninguna emoción especial, más allá de lo doloroso de cualquier pérdida.

Y por eso cobra más fuerza la alargada sombra de Salvar al soldado Ryan donde Spielberg, sin renunciar a una proeza técnica que incluso supera a la de Sam Mendes, pues el comienzo de su película es lo mejor que se ha visto en el género, demuestra que es capaz de conmovernos con una eficacia que Mendes no alcanza ni de lejos.

No digo que 1917 no sea un film interesante pero, como suele pasar a menudo en el cine actual, la pericia en la puesta en escena no tiene correspondencia en el fondo, dejando películas que, como ésta, deslumbran por su fotografía y diseño de producción pero son frías e incluso un tanto impersonales, pues cualquiera con buen gusto y medios podría crear algo parecido. Lo difícil es conseguir emocionar al espectador, contar una historia con verdadera fuerza. Mendes no lo consigue y además, cuando ha de crear momentos realmente intensos, lo estropea. Por ejemplo, no resulta muy eficaz el hacer que el cabo William escape corriendo de los enemigos sin intentar siquiera disparar ni una vez; como no se entiende que no lo dejen pasar a ver al coronel Mackenzie (Benedict Cumberbatch) a pesar de explicar que lleva una orden del alto mando y, una vez ante el coronel, éste se niegue en principio a leer la orden. Ambos momentos resultan inconcebibles y demuestran el poco sentido común de un guión que tiene que recurrir a tales artimañas para buscar un poco de dramatismo.

1917 ganó tres Oscar: a la mejor fotografía, sonido y efectos visuales. Los tres del apartado técnico, claro está.

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