El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 13 de abril de 2023

Adictos al amor



Dirección: Griffin Dunne.

Guión: Robert Gordon.

Música: Rachel Portman.

Fotografía: Andrew Dunn.

Reparto: Meg Ryan, Matthew Broderick, Kelly Preston, Tchéky Karyo, Maureen Stapleton, Nesbitt Blaisdell, Remak Ramsay, Lee Wilkof. 

Sam (Matthew Broderick) está muy enamorado de Linda (Kelly Preston) y es completamente feliz a su lado. Pero ella desea salir de su pueblo, romper la rutina y por eso no duda en aceptar la oportunidad de pasar dos meses en Nueva York por motivos de trabajo. El problema es que allí conocerá a Antón (Tchéky Karyo) y romperá con Sam.

Adictos al amor (1997) busca romper los esquemas más tradicionales de las comedias románticas con un planteamiento bastante original. Puede que no todo funcione como es debido, pero al menos no se le puede culpar por no atreverse a plantear algo diferente.

La idea es juntar a dos exnovios muy diferentes a los que mueven motivaciones opuestas. Sam sigue enamorado de Linda y viaja a Nueva York con la idea de recuperarla. Maggie (Meg Ryan) era la novia de Anton y no desea recuperarlo, sino que quiere vengarse de él por haberla dejado. La casualidad hace que ahora Linda y Anton sean pareja, por lo que Sam y Maggie pueden unir sus esfuerzos.

Es verdad que cuesta un poco asimilar lo forzado del planteamiento, pero ese no es el principal obstáculo de Adictos al amor, sino el hecho de que durante toda la película Sam y Maggie se dedican a torpedear la relación de su exnovios, de manera que se vuelven un tanto antipáticos, algo que no debería suceder, pues va contra la esencia de este tipo de comedias. Además, podían admitirse sus planes si la relación de Linda y Anton estuviera viciada, pero no es así, parecen felices y eso aún vuelve a los saboteadores mucho menos simpáticos.

Por otra parte, sabemos sin problemas el desenlace de la historia, de manera que eso provoca que desconfiemos desde el primer instante de la profundidad de los sentimientos de Sam, así que su gran amor por Linda queda pronto en entredicho. Y más viendo lo rápidamente que la cambia por Maggie, sin que nada además explique ese cambio, pues Maggie no parece tener nada en común con Sam.

Pero si el argumento suscita ciertos reparos, el desarrollo del mismo tampoco está libre de errores. El principal es que el esperado enamoramiento de Sam y Maggie no se escenifica con la suficiente intensidad como para que nos convenza de que están hechos el uno para el otro. Falta una concreción de los pasos que los llevan a enamorarse, de manera que el desenlace resulta el esperado, pero sin llegar a resultar arrollador ni apasionado, pues no hemos participado intensamente del romance.

Meg Ryan es una sobrada especialista en este tipo de papeles, pero el darle el rol de mala no creo que sea una idea brillante. Además, al lado de Kelly Preston creo que sale perdiendo, de manera que resulta algo extraño que Sam la prefiera a ella, con el agravante de que Maggie ha mostrado un lado vengativo mientras que Linda no ha perdido su imagen de buena persona. Es un tanto extraño, lo sé, pero yo deseaba que Sam y Linda se reconciliaran. Mattheu Broderick resulta simpático, pero no terminaba de verlo en este tipo de papeles.

Por eso Adictos al amor resulta entretenida, con momentos simpáticos, pero no trasmite pasión ni emoción ni nada parecido, con lo que el resultado es un tanto frío y eso es muy malo.

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