Dirección: Ben Stiller.
Guión: Steven Conrad (Historia: James Thurber).
Música: Theodore Shapiro y José Gozález.
Fotografía: Stuart Dryburgh.
Reparto: Ben Stiller, Kristen Wiig, Adam Scott, Kathryn Hahn, Shirley MacLaine, Adrian Martinez, Sean Penn, Patton Oswalt.
Walter Mitty (Ben Stiller) trabaja en la revista Life, que acaba de ser comprada por otra empresa y la edición impresa dejará de ser publicada. Como responsable de la sección de negativos, Walter debe proporcionar la foto de la última portada, pero ha perdido el negativo.
Walter Mitty vive en un mundo de fantasía. Necesita imaginarse otra realidad diferente en la que todo le sale bien y es un héroe. El problema de La vida secreta de Walter Mitty (2013) es que no se explica el motivo de esa necesidad, de manera que queda como una especie de rareza, no significa nada y por ahí la historia pierde toda su profundidad y se queda en una simple diversión sin mucho contenido. ¿Qué habría sido de la película si se ahonda en ese detalle?
Incluso cuando Walter parte en busca del negativo perdido, algo que resulta un tanto ridículo, pues queda claro que el fotógrafo le envió todos los negativos, dudamos si se trata de una nueva fantasía de Walter, pues las peripecias que tiene que pasar están más cerca de los sueños, o pesadillas, que de la realidad. Finalmente, cuando descubrimos que su odisea es real, estamos tan perplejos que cuesta digerirla.
El otro eje de la trama es la historia es la atracción que siente Walter por Cheryl (Kristen Wiig), compañera de trabajo, y otra vez el argumento se queda más en lo anecdótico que en lo importante. El romance no avanza, ni siquiera se empieza a desarrollar, de manera que es casi un ideal que está ahí casi de relleno, pues lo que aporta al desarrollo de la historia es irrelevante. Cuando al final se concreta, algo que era del todo previsible, también la sensación es extraña, pues no despierta nada especial en nosotros, algo del todo ilógico, pues se supone que debería ser el final gratificante de la historia, pero nos llega de nuevo envuelto en un halo de superficialidad.
Sinceramente, no terminé de comprender el significado de la película, ni qué pretendía el director realmente. Está filmada con corrección, la fotografía es hermosa, algunos momentos es cierto que me parecieron muy acertados pero en conjunto es como un puzzle mal montado, de manera que no entendí lo que representaba. ¿Es gracias al menos?, pues tampoco. Así que me cuesta valorarla positivamente. Tal vez su originalidad aporta algo diferente que al menos nos mantiene con cierta expectación por ver el desarrollo de los acontecimientos aunque hacia el desenlace podemos predecir más o menos el final sin mucho error.
En 1947 se realizó una primera adaptación del cuento de James Thurber con el mismo título, dirigida por Norman Z. McLeod y protagonizada por Danny Kaye y Virginia Mayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario